Berlín es una ciudad interesantísima por su historia, y por todas las huellas que quedan de la misma, aparte de ser centro político y cultural.
Pasear por sus calles y plazas, de poco tráfico por la variedad de transporte alternativo y uso extendido de la bicicleta, es un verdadero placer.
Cruzar la puerta de Brandemburgo, que ha sido atravesada por miles de personas desde hace muchos años, y con toda la carga histórica que eso supone, es emocionante.
Contemplar una panorámica de Berlín, mientras se sube por la cúpula del Reichstag, proyectada por Norman Foster, es un sueño.
Internarse por el monumento al holocausto, un conjunto de 2.700 pilares de cemento levantado en memoria de los judíos asesinados en la Segunda Guerra Mundial, es como sentirlos allí.
El muro de Berlín...
La isla de los museos, un prodigio de arte y cultura, edificios majestuosos repletos de tesoros... una visita obligada.
Un breve recorrido, en bicicleta para 6 personas, es divertidísimo.
Un paseo en barco por el río, parar recrearse con la ciudad desde otra perspectiva.
Gastronomía variada y exquisita, y cómo no, cervezas de todas clases que hemos tomado en diferentes lugares.
Eso, y mucho más, hemos podido contemplar, sentir y disfrutar durante nuestra estancia en Berlín.
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