Es un hecho conocido que, en vida, nuestro insigne Van Gogh sólo vendió un cuadro. Pero no es tan conocida la imagen de dicho cuadro. Aquí la tenemos.
El cuadro fue expuesto en Bruselas en enero de 1890, momento en el que la obra y la estancia de Vincent en Arles eran admiradas por numerosos jóvenes pintores. La obra fue adquirida por Anne Boch, la hermana de Eugène Boch, por 400 francos.
La estampa recoge el momento de la vendimia en un atardecer otoñal que envuelve en tonos rojizos el viñedo. Vincent ha sabido captar con esa gracia casi infantil que le caracteriza una escena de la vida cotidiana de la Provenza. El efecto realista de la imagen resulta difícil de superar, obtenido con una pincelada rápida y vibrante que se distingue claramente en el lienzo. Esa pincelada se torna concéntrica alrededor del brillante sol ejecutado en tonos blanquecinos. Las siluetas de los vendimiadores han sido resaltadas con una línea más oscura, siguiendo el cloisonismo impuesto por Bernard y Gauguin a una parte de la vanguardia.
El interés de Van Gogh por captar la luz de cada momento es una herencia del Impresionismo lo que le lleva a mostrarnos los reflejos de la luz solar en el camino de la derecha y los tonos de las sombras del horizonte en malvas. Pero la manera de elaborar la composición sitúa esta obra, como todas las de Vincent, dentro del Post-Impresionismo.
¿Quién le iba a decir que su obra sería de la más admirada en la posteridad, y que de la lista de los 10 cuadros más caros del mundo, 3 llevan su firma?
Marian
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