La pintura japonesa alcanzó metas como ninguna otra manifestación artística. En ella destacan los ambientes paisajísticos, los motivos naturalistas, la creación de ambientes íntimos con figuras femeninas de suaves líneas y rebuscadas posiciones, para incrementar la impresión del movimiento. Ricas de color, de dibujo simple, de acción sencilla y de temática atrayente y diversificada, la pintura japonesa gozó de grandes simpatías en occidente, aunque siempre fueron tenidas como exóticas, dignas de coleccionar pero no de imitar.
La pintura japonesa a lo largo de toda su historia sigue a la pintura china. Los materiales se repiten: arte del pincel, y en los últimos siglos, grabado sobre madera. Los temas, asimismo, son iguales a los chinos pero tratados de manera personal, según las circunstancias nacionales en política, religión, sociedad, etc. Predominan, como es natural, los temas de paisaje, donde el hombre asume un papel a propósito insignificante, narraciones épicas, poesía, retrato tardío y en el período Edo, temas populares, casi plebeyos, de una maestría inigualable.
La pintura japonesa a lo largo de toda su historia sigue a la pintura china. Los materiales se repiten: arte del pincel, y en los últimos siglos, grabado sobre madera. Los temas, asimismo, son iguales a los chinos pero tratados de manera personal, según las circunstancias nacionales en política, religión, sociedad, etc. Predominan, como es natural, los temas de paisaje, donde el hombre asume un papel a propósito insignificante, narraciones épicas, poesía, retrato tardío y en el período Edo, temas populares, casi plebeyos, de una maestría inigualable.
Pintura muy agradable de ver, una invitación a la serenidad.
Marian
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