miércoles, 9 de enero de 2008

CERÁMICA DEL BUEN RETIRO






Desde que Marco Polo trajo noticias de la porcelana china Ming, hasta los viajeros que recorrieron el Extremo Oriente a lo largo de la Edad Moderna trayendo curiosos objetos de porcelana, los occidentales trataron de imitar las porcelanas orientales de aspecto delicado y transparente. Europa inicia una lucha desenfrenada por conocer el secreto de la composición de estas piezas, fundar fábricas e iniciar una producción propia. Los intentos más célebres de fabricación de porcelana están en Florencia y Venecia durante el siglo XVI. En el XVII y el XVIII las lozas de Delft, Proven y Moustiers comienzan a imitar la decoración oriental.

Las mejores aproximaciones a los productos orientales se obtienen en las fábricas de Vincennes y Sèvres.

Walter von Thirnhausen y Böttger descubrieron en Alemania el secreto de la porcelana dura. El elector de Sajonia, Augusto II el Fuerte, llamará a Böttger a su lado para trabajar en la producción de dicha porcelana.

La fundación de la Fábrica del Buen Retiro se encuadra dentro de las corrientes productoras europeas, y en el proyecto reformista de los Borbones del siglo XVIII español. Se pretende hacer una política artística desde el propio aparato estatal; para ello, la institución más importante que obliga a imponer una corriente determinada, será la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, inaugurada en 1752 a imitación de la Academia francesa de Luis XIV. La Academia intentará evitar que el arte se concentre en círculos provincianos, pretenderá un control sobre los gremios artesanales y procurará impulsar la investigación artística, haciendo hincapié en la regeneración del gusto de la nación mediante la supresión de las tendencias barrocas por el clasicismo. Estas iniciativas cuajan en la creación de las Reales Fábricas impulsadas por el propio Carlos III. La idea del monarca era concluir rápidamente el Palacio Nuevo de Madrid. La producción de las distintas fábricas se destina a decorar los Reales Sitios y a promocionar la industria suntuaria nacional, evitando la importación de espejos venecianos, porcelanas sajonas y gobelinos franceses. La necesidad de artesanos cualificados exigió la promoción de trabajadores y la aparición de tratados y publicaciones sobre las diferentes fábricas.

Marian

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