Sí, Toledo tiene embrujo, por llamarlo de alguna manera… Es como una niebla que te atrapa, y cuando se va disipando te encuentras inmerso en la época medieval.
Pasear por sus calles, donde aún se escuchan pisadas de antiguos moradores… ciudad cargada de leyendas, y de historia.
Edificios majestuosos, murallas, castillos, palacios, que conviven, e incluso sirven de marco a restaurantes o bares, donde degustar una gastronomía que transporta a otras épocas, y, por qué no, donde tomar una copa de vino del terreno, riquísimo por cierto.
Y si todo esto, y más, se va descubriendo de la mano de un experto, de alguien nacido allí, sabedor de historias y leyendas, y capaz de transmitirlas, la visita se convierte en inolvidable.
Gracias, Juan, por tu dedicación.
Virtu y Marian
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