LUIS ROMERO

Luís Romero, artista rondeño, es un autodidacta del arte y no hay más que ver sus obras para verlo. Y es que en sus lienzos hay personalidad, que se traduce en esos juegos constantes de luz y sombra, en esas ventanas iluminadas, en los reflejos que la propia luz proyecta sobre una sierra al anochecer.
Romero es un hombre de temprana vocación, y desde que empezó a darse a conocer no ha parado, manteniéndose además durante estos años en su propia forma de ser y de hacer, creando un estilo propio, y con unos modelos buscados siempre en su tierra andaluza, en los pueblecitos de las Alpujarras, en la sierra de Ronda natal.
Una producción que han admirado en Málaga, en Granada, en Benalmádena, en Madrid, en San Sebastián, en Marbella, en California, en Suiza, en Barcelona y en Lleida, y que ha sido premiada con el Primer Premio Suiza y el Premio Europa, ambos en el Concurso Internacional de Pintura Primitiva Moderna y el Gran Concurso de la ciudad suiza de Morges.
No es fácil decir qué se admira más en esta obra, si los caseríos, pueblos, torres o catedrales, la sencilla luz del amanecer o la rabiosa del crepúsculo que no termina de llegar. Y es sorprendente ese constante afán por recoger los huecos de las ventanitas de aldeas y pueblos iluminadas, seguramente para hacernos saber que en su interior hay vida, ambiente, alegría de su tierra.
Hay magia en esa lucecitas rodeadas de bruma y a veces de sombra, o de la infinita negrura de la noche. Es como un cántico en el que se conjuga la lírica andaluza con el misterio, la noche con la proximidad del alba, los paisajes que empiezan a aparecer con los difuminados horizontes que se esconden tras el último sol del ocaso.