domingo, 24 de febrero de 2008

LOS "DISPARATES" DE GOYA






Los Disparates de Goya, creados por el artista probablemente entre 1816 y 1823, no fueron editados en vida de éste. Su primer propietario conocido fue R. Garreta, coleccionista madrileño; el segundo, el santanderino J. Machén; y el tercero, el actual, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que los adquirió en 1862. Eran dieciocho láminas inglesas de cobre, a las que habría que sumar otras cuatro, que fueron a parar a Francia, y que no forman parte de la edición oficial. La primera publicación, con el inadecuado título de Proverbios, corrió a cargo de L. Potenciano, por mandato de la Academia (1864). Después fueron estampadas en diez ocasiones más, la última de ellas en 1983, fecha en la que la se acordó no volver a imprimirlas, para preservar las planchas de cualquier desgaste.

De todos los grabados goyescos han sido, sin duda, los que han despertado más interés. Todos los tratadistas, se han sentido fascinados por esta obra inclasificable, "alegoría sombría y enigmática", espejo de los "pecados y estulticias originales" del ser humano, carnavalesca, albergue de realismo mágico, expresión de lo Sublime Terrible, "oscuramente subversiva", cuna del expresionismo por su inextricable mezcla de emociones fuertes y de terror, logrado a veces mediante lo grotesco, que produce vértigo por su exacerbado pesimismo y en la que se produce una auténtica apoteosis de lo irracional...

A diferencia de lo que sucede con otras series, no se sabe de cierto cuál hubiera sido la secuencia concreta que Goya pensaba asignar a estas fantásticas creaciones basadas en el carnaval de Madrid. Dato relevante porque, como sucede a veces en los Caprichos, la contigüidad de ciertas estampas ayuda a interpretar su intención. Se conocen 20 dibujos preparatorios, hechos mediante sanguina y aguada roja, a menudo muy reformados en la plancha definitiva y que no ayudan al esclarecimiento de los últimos significados que Goya quiso dar a sus portentosas y atormentadas creaciones. Los Disparates están, pues, destinados a ser objeto de continuada reflexión por parte de sus espectadores, que hallarán en ellos una inagotable fuente de inquietudes y cuestiones sobre la naturaleza profunda del ser humano.


Marian

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