viernes, 2 de mayo de 2008

PUESTAS DE SOL






Un gran empresario estadounidense, estando en Roma, quiso mostrarle a su hijo la belleza de una puesta de sol en las colinas de Castelgandolfo. Antes de situarse en un buen ángulo, el hijo preguntó al padre: “papá, ¿dónde se paga?”.
Esta pregunta revela la estructura de la sociedad dominante, asentada sobre la economía y el mercado. En ella se paga todo − también una puesta de sol −, todo se vende y todo se compra. Según hizo notar ya en 1944 el economista estadounidense Polanyi, en ella se operó la gran transformación al conferir valor económico a todo.
Si quisiéramos calificarla diríamos que esta es una sociedad productivista, consumista y materialista. Está más interesada en el crecimiento cuantitativo − cómo ganar más − que en el desarrollo cualitativo –cómo vivir mejor con menos, en armonía con la naturaleza, con equidad social y sostenibilidad socio-ecológica.
Cabe insistir en lo obvio: no hay dinero que pague una puesta de sol. No se compra en la bolsa la luna llena «que sabe de mi largo caminar». La felicidad, la amistad, la lealtad y el amor no están a la venta en los centros comerciales. ¿Quien puede vivir sin esos intangibles? Aquí no funciona la lógica del interés, sino la de la gratuidad, no la utilidad práctica sino el valor intrínseco de la naturaleza, del cálido paisaje, del cariño entre dos enamorados. En esto reside la felicidad humana…”
(Leonardo Boff)


Virtu

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