Manuel Parreño Rivera es el autor de un cuadro de Sor Eusebia. Por lo ocurrido mientras se pintó, se considera un milagro. El cuadro se ha convertido en una parte importante del proceso de beatificación de Sor Eusebia. Veamos por qué.
Manuel no tiene manos; pinta con los pies. Estudió Bellas Artes en la Escuela "Santa Isabel de Hungría" de Sevilla. Ha cumplido 60 años en 1998 y vive en Valverde del Camino, localidad de Huelva en la que nació.
Este singular valverdeño se confesaba "ateo consumado, hombre muy reacio a las corrientes religiosas".
Al pueblo venían autocares de distintos lugares de España. Sor Eusebia era ya un auténtico tesoro custodiado con formidable cariño por los valverdeños. La fama de santidad de la humilde mendiga salmantina, que trabajó y murió en la casita salesiana del bonito pueblo de Huelva, era un imán auténtico para incontables almas necesitadas de su celeste protección.
Un día, Sor María Luisa Aparicio, directora del Colegio de las Hijas de María Auxiliadora de Valverde del Camino, tuvo una luminosa idea: ¿por qué nuestro famoso pintor local no nos hace un retrato hermoso de Sor Eusebia Palomino?... Rápidamente se lo propuso al artista.
Le entregaron una fotografía de escasa calidad, en blanco y negro. A pesar de que Manuel se había especializado en el retrato, se sentía incapaz de comenzar su obra tratándose de una persona a quien no había conocido. Tanto es así que dilató el comienzo de su obra nada menos que 6 años, seis...
Un Jueves Santo, el pintor salió de su casa despidiéndose de su esposa al tiempo que le dirigía alguna frase escéptica sobre el retrato de Sor Eusebia que iba a comenzar. Al llegar al estudio, encontró un lienzo de 130 por 81 cm. preparado por un alumno suyo cuatro días antes. No estaba la tela lo suficientemente tensa, ya que el aprendiz no disfrutaba todavía de la experiencia conveniente. De buenas a primeras aparece en escena un representante de una casa de lienzos de Alicante. Pasó por el pueblo y dijo: "Voy a acercarme al estudio de Manolo para ver si necesita algo". Efectivamente: tensó el lienzo en 10 minutos, lo dejó perfectamente, se despidió y Parreño ya no le vio más.
Sin carboncillo ni retrato previo, el artista impregna el pincel y comienza a pintar la figura. "Lo normal es corregir, dice Manuel, pero no hubo necesidad de ello". Un accidente inesperado en la elaboración del cuadro hizo que Parreño comenzara a lanzar improperios... Al resbalar el pincel, una mancha cayó sobre el ojo de la retratada. El artista aparta con un dedo (no olvidemos que trabaja con sus pies al carecer de manos) esa mancha y se sobrecoge, ya que no ha necesitado de pincel alguno para corregir el retrato. "Sentí tanto miedo que cerré la puerta y me marché a casa".
Manuel Parreño tarda normalmente unos 14 ó 15 días en acabar un retrato para que quede a su gusto. Si le presionan demasiado, puede concluirlo en 5 ó 6 días. Por eso, cuando Manuel contempló el retrato de Sor Eusebia dispuesto para ser admirado por el público después de 4 horas y media de trabajo solamente, se sintió impresionado.
Parreño se había encarado con la foto de Sor Eusebia: "Bueno, vamos a ver si es verdad lo que dicen de ti. No tenemos tiempo material. Yo sé que dentro de 14 días tu cuerpo va a ser trasladado al colegio. A mí me gustaría quedar bien y comprobar si tus prodigios son ciertos..."
Por aquellos días pasaron por la casa del pintor más de 400 personas. Por lo menos 50 de ellas (que habían conocido personalmente a la Hija de María Auxiliadora) declaraban la autenticidad de su expresión.
"Conseguir una expresión de una persona que no se conoce, que solamente se ve a través de la fotografía -que en este caso era pequeña y en blanco y negro- es un hecho que el pintor jamás puede soñar en conseguir sin tener una referencia más amplia".
"Antes vivía en una constante tensión y hoy estoy relajado, con una paz extraordinaria y esto se produce a raíz de pintar el cuadro de Sor Eusebia" afirma el maestro.
Virtu
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