En Rousseau (1844-1910), parece reunirse todo el arte naif. Es el principal representante de este grupo. Fue conocido con el sobrenombre de "el aduanero" debido a su trabajo en la oficina de Aduanas de París. Aunque esta era su ocupación oficial, su verdadera pasión era la pintura, a la que se volcaría por completo en 1983, cuando se jubiló.
Sus cuadros chocaron con los convencionalismos de la sociedad burguesa del momento al recurrir a las técnicas realistas consideradas pasadas de moda. Pero esta peculiar manera de representar la realidad fue inmediatamente valorada por otros artistas como Kandinsky, Picasso o Braque.
Sin ser falso lo que pinta, tampoco es verdadero. Sus intereses temáticos se centraron principalmente en retratos y paisajes que desarrolló a partir de un lenguaje de gran ingenuidad e importantes dosis de fantasía. Como consecuencia de su autodidacta formación, se singularizó por el carácter extremadamente lineal, el empleo de unas perspectivas de gran convencionalidad aunque ligeramente sesgadas y el empleo de armónicos y sutiles colores, lo que se tradujo en unas producciones de naturaleza intemporal e imágenes arquetípicas reducidas a la esencia.
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Marian
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